viernes, 15 de junio de 2007

9.- GUARDIANES DEL VALLE


Capítulo 9: Final
De la oscuridad de la mente del enfermo, brotaron todos sus pasados actos de venganza; las caras de miedo y de dolor de sus víctimas aparecían y desaparecían, al igual que la cara de la niña con las explosiones de luz; los gritos de dolor y terror del pasado, se correspondieron con el rugido de los motores de los vehículos y los truenos; las lágrimas de los que sufrieron, las sintió igual que la lluvia cayendo sobre su cara. Y entonces se arrepintió. El profundo dolor del arrepentimiento lo envolvió; se arrepintió desde las células más profundas del centro de sus huesos, cada átomo de su cuerpo se arrepintió; hasta la hierba sobre la que reposaba, sintió el arrepentimiento; la lluvia al tocarlo, se contagió con su pena.
La niña notó que algo nuevo estaba pasando e intentó ver mejor la cara del hombre.
-Estás llorando. Está lloviendo, pero también tienes lágrimas. ¿Te duele algo, verdad?- le susurró al oído.
El llanto contenido del hombre, desde que su hermana desapareció, se desbocó; lloró todos los llantos acumulados, todo su cuerpo empapado por la lluvia pareció mojado de lágrimas; en algunas partes de la ciudad, el río se salió de cauce, la lluvia arreció; arrepentimiento y llanto, llanto y arrepentimiento; era un lloro de tono bajo y continuo, como el quejido de una viga con sobrepeso; sonaba tan doloroso, que la niña lo sintió como suyo.
-No llores tanto, si hiciste algo malo, promete que no volverás a hacerlo. Así decía mi abuelita que ya murió- La voz en su oído, sobresalió por encima del sonido de los vehículos, los truenos, la lluvia y los gritos de sus víctimas.
-Toda mi vida fue una equivocación- murmuró el hombre en su idioma natal. Levantó la cabeza, miró hacia los rascacielos perdidos en la negrura, gritó:
-Si volviera a vivir, no haría el mal que hice- y murió.
Murió como mueren las plantas, los animales y los seres humanos; sólo quedó el cuerpo, la vida se fue a alguna parte.
-Te moriste, igual que mi abuelita. No tengas miedo, me quedo contigo hasta que sea de día y vengan los que limpian las calles, ellos te llevarán- Habló llorando por el extraño, que ahora sonreía, aliviado del dolor que lo hizo sufrir.

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