miércoles, 6 de junio de 2007
4.- GUARDIANES DEL VALLE
Capítulo 4: Soledad
-Contestaré tu segunda pregunta.
El visitante había hablado sin mirarla:
-En esa multitud, en el estadio deportivo, está un hombre. No vino para causar una matanza colectiva, no sería un espectáculo tan importante como para hacerme viajar desde el otro lado del planeta; aún menos, para dejarme ver y decirte mi nombre.- Cruzó los brazos y desplegó sus correosas alas, luego pareció bostezar abriendo su babeante boca.
Con las miradas fijas sobre los lejanos y potentes reflectores, ambos seres guardaron silencio y esperaron.
Cuando terminó el evento en el terreno, la multitud se dirigió hacia sus vehículos personales y colectivos; las tribunas quedaron vacías, los alrededores desiertos y silenciosos. Los ocupantes de las azoteas, vieron venir caminando por el centro de la autopista a un hombre; se desplazaba como un herido de muerte.
Los automóviles pasaban a alta velocidad, lo esquivaron haciendo rechinar los neumáticos; la iluminación de la vía no era suficiente para distinguirlo. El hombre siguió, tambaleante, en dirección hacia la gran torre donde estaban los dos formidables interlocutores.
Desde gran distancia, la mujer de blancas alas lo reconoció; en los últimos años, ese rostro había estado presente en terribles momentos de violencia y muerte alrededor del mundo. El hombre miró hacia arriba, ella supo que los presintió. El solitario caminante se desvió hasta una explanada, a la orilla del que fue un río ahora convertido en ancha cloaca abierta. Se tambaleó y cayó; medio sentado parecía esperar algo. Muchas clases de ojos lo miraban desde los alrededores, ninguno perteneciente a un ser humano.
Por un instante la luz de un vehículo, que pasó raudo por la autopista, lo iluminó; es un hombre viejo, con opaca mirada. Dedicó su vida al crimen y la violencia, participó en matanzas colectivas, comercio de vicios, guerras y revueltas; su orgullo es haber roto todos los mandamientos de las religiones modernas. Sus dioses son la ira y la venganza. Tuvo esposa e hijos, que finalmente abandonó; está solo en el mundo, no posee amigos, ni amistosos vecinos, antiguos compañeros de escuela o una mascota; no tiene una tumba donde llevar flores, una vieja carta para releer, una fotografía para suspirar.
La bella mujer sintió con dolor auténtico la soledad de ese ser humano. Con tristeza se dijo:
-Hay miles de millones de habitantes en el mundo y él está solo. Hace un momento, estaba dentro de una inmensa muchedumbre de alegres espectadores y él estaba solo; es un ser que se aisló, por eso parece destinado al mal. La enfermedad que lo está matando, esta noche le avisa que es el final de todo o casi todo. Nadie se percatará, a nadie le importará, ni siquiera a sus enemigos, hasta ellos lo olvidaron.
Ella ha visto mucha gente así en el pasado, grandes poderosos que murieron como si ya estuvieran muertos desde mucho tiempo.
Angustiada, se preguntó en silencio:
-¿Por qué este ser ha sido seguido por tan poderoso señor oscuro?
El gorro casi se le cae por la sorpresa, cuando el visitante contestó:
-Lo sigo, porque él será mi sucesor.
Fue como si hubiera leído el pensamiento de la guardiana, luego alzó la voz.
-Al haberlo encontrado, ya puedo ascender en mi jerarquía. ¡Esta noche llegaré ha ser tan poderoso, que hasta podré aniquilarte! ¡Y te destruiré!
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