miércoles, 13 de junio de 2007

8.- GUARDIANES DEL VALLE


Capítulo 8: Compañía
-No tengas miedo, puedes dormir tranquilo, yo vigilaré.
Estas palabras llevaron al hombre al lejano pasado, a su infancia. Habían sido pronunciadas en otro idioma pero con igual significado.
Tenía él cinco años de edad y su hermana mayor, de ocho años, las había dicho en la fría oscuridad. Había una pausa entre guerras y ellos, al igual que muchos niños en Europa, sobrevivían en las calles; estaban solos en el mundo, sus padres y familiares habían desaparecido. Él siempre estaba asustado, su hermana lo cuidaba y todas las noches velaba su sueño; fue siempre así hasta que ella desapareció; el niño nunca supo que pasó. Una madrugada había despertado y su protectora ya no estaba allí. Tiempo después decidió nunca más sentir temor; tenía mucho miedo de sentir miedo, sin el consuelo de alguien. A partir de esa época, su máximo placer fue la venganza y decidió que la mejor era hacer sentir miedo, aterrorizar; nunca profundizó el por qué de sus acciones, su única motivación fue vengarse con el terror; disfrutó al ver las caras de miedo en sus víctimas; el mundo entero fue y es su enemigo.
La voz de la niña, cerca de su oído lo trajo al presente.
-Cierra los ojos y descansa, si hay algún peligro yo te defenderé y dejaré que me lleven para que no te vean.
Esta última frase le hizo abrir, mucho, los ojos; gritó palabras en el idioma de su infancia.
-¡Eso fue lo que pasó! Ella no me abandonó. Ella se sacrificó por mí. ¡Ella no me abandonó!- Lo repitió varias veces, la pequeña no entendió.
El hombre se esforzó por distinguir la cara de la niña y con voz lenta pero clara, le dijo en español.
-Huye si hay peligro, escapa, no merezco tu sacrificio- La miraba bajo la parpadeante luz de los vehículos y relámpagos en el cielo.
-No tengas miedo, duerme tranquilo, yo estoy aquí- Repitió ella muchas veces, mientras con la piedra en la mano miraba a su alrededor, asustada pero decidida.

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