domingo, 30 de septiembre de 2007

18, 19 Y 20.- LUZ

¿Muestran los ojos la belleza de tu alma? Este tampoco es uno de los protagonistas de este cuento. Espera a ver los verdaderos ojos, vale la pena.

Capítulo 18: El brazo inútil
Tambaleante, Garras Prometeo bajaba las escaleras, un rastro de sangre lo seguía; llegó al nivel del patio, su cuerpo se bamboleaba; la oscuridad aumentó la confianza de las hordas enemigas.
-Está a punto de morir- pensó Rompecráneos -Debo actuar, será mi gloria, mi gran premio.
El excitado caudillo se adelantó apenas un poco; sin dudar, Destripador le siguió, nadie más se movió.
Durante un momento, Garras Prometeo se mantuvo erguido, entonces cayó sobre su brazo sano, los ojos casi cerrados.
-Debo atacar antes de su muerte, todos me están mirando; cayó sobre el brazo izquierdo, el derecho está inútil; sólo debo saltar y perforarle el cráneo, será fácil; casi no respira, sus ojos se van a cerrar; será fácil, sí, será fácil.
Rompecráneos se irguió, hizo chocar sus cuatro puñales, se encogió como un resorte y se lanzó como una centella, dispuesto a dar el golpe mortal; cuando estaba a mitad del vuelo, el brazo derecho de Garras Prometeo realizó un arco y barrió el aire de derecha a izquierda, al mismo tiempo había saltado hacia delante; Rompecráneos se encogió en el aire, intentando esquivar ser guillotinado, los cinco puñales le arrancaron la oreja derecha y gran parte de la piel del cráneo, un profundo canal sangriento desde su nuca hasta la cintura brilló en la oscuridad.
Garras Prometeo cayó entre los guardaespaldas, su brazo izquierdo aplastó la cabeza del más cercano; de varios saltos retrocedió hasta el centro de la escalera y se plantó de nuevo en su puesto de batalla.
Durante un instante, el guardaespaldas Destripador quedó paralizado, entonces reaccionó y huyó; de inmediato todos se batieron en retirada.

Capítulo 19: El canto del gallo
La media noche se apoderó de la casa; Garras Prometeo yacía en el suelo, sobre uno de los escalones. Desde la huída de los enemigos, el silencio más profundo había imperado. Garras no ha cerrado los ojos en ningún momento, siente la mirada de varios asesinos.
El esfuerzo del último golpe al enemigo lo dejó exhausto, percibe el avance de la muerte en su cuerpo, sus miembros no responden y padece mucho frío. Destripador y varios enemigos avanzan hacia él; inerme los observa. Llegaron hasta el cuerpo de Rompecráneos y comenzaron a arrastrarlo. Garras Prometeo divisó un débil movimiento en una de las manos; sin emoción alguna, pensó:
-Sigue vivo.
La claridad está cerca, el canto del gallo la anunció.

Capítulo 20: La aceptación
Tiempo después, Helio comprendió mejor los eventos pasados; a la misma hora, cuando Garras Prometeo había arrancado la oreja de Rompecráneos, él venía cabalgando por la sabana; cuando se disponía a acampar, la caída de una estrella fugaz despertó su atención; desde la oscuridad llegó el rugido de un Jaguar y el mugido agónico de una res; Helio sintió calor en su mano derecha.
Desenvainó el machete y espoleó la cabalgadura; corrió atravesando los esteros; el sudor del caballo se mezcló con el de su cuerpo. Al fin, muy a lo lejos, vio la silueta de la solitaria casa sobre el horizonte de la llanura. El caballo también la avistó y aceleró la carrera.
En el cuartel imperaba el silencio; Garras Prometeo había sentido la huída de todos los asesinos; temblaba de frío a pesar del calor de la mañana. Garras Prometeo adivinó la llegada del gran instante final, se había preparando para esto, cuando entendió la belleza de la vida. Pensó:
-El momento de la gran respuesta.
Y dijo:
-Fue bonito vivir, acepto morir.

jueves, 27 de septiembre de 2007

15, 16 y 17.- LUZ


¿Es este el verdadero yo de un líder? Nos sorprendemos al ver la cara oculta de un líder.

Capítulo 15: El Gran Líder
Es mediodía, el calor del trópico ataca; ha tenido dos noches de combate, sin agua ni comida; sangre seca cubre el cuerpo de Garras Prometeo, no tiene saliva, sus ojos están resecos e hinchados, sus párpados pesan; si duerme, la muerte es segura; los usurpadores le observan desde la distancia. Recogieron sus muertos, hasta los más cercanos a Garras Prometeo fueron retirados; él no se movió cuando dos asustados enemigos arrastraron los cadáveres.
Garras tiene dificultades para enfocar la mirada, se mantiene sentado y erguido; sí los invasores del cuartel comprendieran su debilidad, le embestirían a plena luz del día.
Comenzaron extraños movimientos en las filas enemigas; carreras descontroladas, el olor del miedo, voces de mando titubeantes; Garras Prometeo no capta la razón. A pesar de su dificultad visual, vio al recién llegado y lo reconoció.
A su mente saltó el recuerdo de la noche tormentosa, cuando fue rescatado por Helio. El recién llegado es el jefe de los asesinos de su madre y sus pequeños hermanos. Es un ser inmenso, tal como lo recordaba; está al otro extremo del patio central, a la sombra de los muros. Garras pudo oír su voz, le sonó prepotente y despectivo; todos le temen. Varios guardaespaldas le acompañan.
Sin previo aviso, la vista de Garras Prometeo se nubló y cayó hacia delante; como pudo se enderezó; todos vieron su desfallecer, ahora saben de su debilidad, sin embargo, nadie adelantó un paso hacia él.
La poca luz del día le protegió de un ataque masivo; Garras Prometeo se está apagando y la oscuridad se fortalece.

Capítulo 16: Terrible alternativa
Garras pensaba:
-En el siguiente ataque moriré; mi cuerpo casi no responde y ellos están aumentando en número.
Recordó las palabras de Helio:
-Guíate por tu instinto; piensa como el enemigo.
Con voz gruesa, dijo en voz muy baja:
-Le temen, no lo respetan; si sus seguidores lo ven caer lo abandonarán.
Desde el otro extremo del patio, Rompecráneos observaba la escalera, el único camino hacia la biblioteca. Él sabía lo valiosos de esos objetos de papel para sus enemigos. Los odia, desea convertirlos en pequeños trozos y acolchar su cama con ellos. Si no puede acabar con sus enemigos, destruirá sus cosas más amadas.
De nuevo, Rompecráneos fijó la mirada en Garras Prometeo; sabe quién es, lo ha vigilado desde el rescate de Helio, cuando el viejo lo arrancó de sus manos. No quiere fallar, esta vez lo matará.

Capítulo 17: La gran oportunidad
Rompecráneos se acercó a la escalera, sin arriesgarse mucho y aparentando valor; los guardaespaldas lo siguieron; él se detuvo y pensó:
-¿Por qué estos estúpidos no han podido derrotarlo?
Sus rojos ojos se encontraron con los focos amarillos del defensor; sintió miedo y lo disimuló aullándole insultos; Garras Prometeo no contestó.
El guerrero de la escalera comenzó a atender sus heridas, se movía con dificultad y tomando por sorpresa a todos, bajó un escalón. Rompecráneos dio un salto atrás; con la excepción de Destripador, todos los guardaespaldas lo imitaron; la tropa decidió replegarse un buen trecho; complaciente y sumiso, Destripador retrocedió hasta el jefe.
-Estoy haciendo el ridículo- pensó el caudillo -Todos me miran, mi dominio se debilitó, puedo olerlo.
Rompecráneos percibía las dificultades del defensor.
-Sangra, tiene el brazo derecho inútil, debería haber muerto; puedo sacar provecho de la situación; todos caerán a mis pies, estarán bajo mi dominio, mi poder será total.

12, 13 y 14.- LUZ


El canto del gallo no es suficiente. La claridad necesita más.


Capítulo 12: Choque en la oscuridad
Los asesinos cayeron sobre Garras; un coro de silbidos secos y restallantes órdenes de combate rompió la noche; la mitad de los atacantes cayeron, los lamentos vibraron.
Sin pausa, más asaltantes se lanzaron sobre el remolino de puñales; sangrando por múltiples heridas, Garras Prometeo siguió matando; retrocedió y ascendió varios escalones. Un cerro de cadáveres fue el resultado de sus golpes de guadaña.
Hubo una pausa, los invasores se reordenaron; otra masa de tropas frescas se les unió, sonó un intercambio de silbidos y se lanzaron en oleadas. Esta vez, la lucha terminó cuando el último cadáver rodó escaleras abajo.
Un nuevo contingente de fanáticos asesinos, comenzó a reunirse al pie de la escalera; entonces el canto de un lejano gallo, anunció el amanecer; los enemigos se retiraron.
Garras atendió sus heridas; sentado en el escalón, tranquilizó su cuerpo, y se dispuso a esperar.
Los enemigos retiraron los cadáveres; se desplazaban por la planta baja del viejo cuartel; nunca perdieron de vista al defensor de la escalera.
Al final de la tarde, se reagruparon; estaban menos ruidosos, casi en silencio.

Capítulo 13: Una oculta debilidad
La oscuridad rodeó la escalera; Garras no había tomado agua o comida, tampoco durmió durante el día, no podía, su vida estaba en juego.
Cerca de media noche se inició el ataque; fue algo abrumador, las oleadas de agresores llegaban una tras otra, se relevaban apenas su número caía a la mitad; los altos muros laterales de la escalera y lo enorme de los escalones, limitaban el número de atacantes en acción.
Durante una de las más feroces oleadas, ocurrió algo imprevisto: el enemigo, sin previo aviso, se retiró en desbandada. En la inesperada pausa, Garras se preguntó el por qué y rememoró sus últimos movimientos:
-Intentaron envolverme, los muros no lo permitieron; giré cinco veces a la derecha, tres a la izquierda, retrocedí doce escalones y salté sobre el grupo, al flanco izquierdo; habían tres enemigos hombro con hombro.
Garras recordó lo que allí ocurrió: vio los puñales de su mano derecha, abrir al guerrero del centro; los otros dos silbaron una estridente nota y ocurrió la desbandada. Garras abrió los ojos; venía otro ataque.

Capítulo 14: Decisión
La masa de invasores avanzó envolvente, limitada por los muros; Garras tomó una decisión desesperada: repitió un esquema en pleno combate. Saltó al flanco izquierdo del enemigo, desde el aire ubicó un trío compacto de corpulentos guerreros, de un golpe, arrancó la cabeza del más grande, el del centro. Garras cayó parado, esperando el asalto en una peligrosa posición: muchos enemigos alrededor y él acorralado contra el muro. La horda se retiró en desbandada. Algunos lo tropezaron en su huída; él no los atacó, a grandes saltos regresó a su posición.
Como una tormenta en la playa, las olas enemigas siguieron azotando la escalera; el esquema se repitió una y otra vez. Garras contó doce arremetidas, doce líderes enemigos descabezados, doce desbandadas; entonces, la tormenta amainó. El canto del gallo en la lejanía, anunció el amanecer; el final de la segunda noche de combates.
Garras oyó las últimas palabras de su maestro:
-Guíate por tu instinto; piensa como el enemigo.

domingo, 23 de septiembre de 2007

9, 10 y 11.- LUZ

Este personaje nada tiene que ver aquí.

Capítulo 9: Un pasado, una cadena de coincidencias
Helio subió al laboratorio, una gran cantidad de extraños aparatos de vidrio estaban sobre mesas y anaqueles; recipientes con hirvientes líquidos despedían raros olores. Sentado frente su escritorio, dejó vagar la mente por el pasado. Rememoró el primer encuentro con Garras Prometeo y los acontecimientos surgidos después.
Fue en una noche flagelada por la tormenta tropical; Helio iba por su caballo, venía de asistir un herido, el médico del pueblo estaba lejos y el viejo Helio le suplió en la emergencia. Entre el fragor de los truenos, oyó un lamento, miró a todos lados; cuando paseó la mirada hacia su derecha, ocurrió el relámpago más intenso. A lo lejos, por una fracción de segundo vio algo, no estaba seguro de la visión; el viejo reaccionó sin titubear. Corrió al máximo de sus posibilidades, desenvainó un filoso machete; de su boca salieron agudos y secos silbidos, órdenes furiosas; blandió el machete de plano, no quería matar; golpeó al primer agresor, le siguieron dos más y rodaron por tierra; el cuarto pandillero, corpulento y el mejor armado, enfrentó al viejo.
Helio giró el machete; puso el filo al frente y dijo en un seco lenguaje:
-Escogiste morir.
Desconcertado al oír su propia lengua, el jefe de la banda saltó a la oscuridad.
La tormenta arreció, de pie se mantenía la víctima, erguido en posición de batalla; era demasiado joven y débil para enfrentar cuatro asesinos. Tenía una herida en la espalda; entonces siguió lo más difícil para Helio.

Capítulo 10: El inicio
El joven lanzaba rápidas fintas; los ojos amarillos seguían a Helio, le consideraba otra amenaza; Helio hablaba en una lengua gutural. Cada vez más debilitado, el herido no tuvo alternativa, al final aceptó la ayuda.
Desde la oscuridad, muchos pares de malignos ojos observaban. En adelante se dedicarían a espiar; sabían ser pacientes.
Helio siguió recordando lo ocurrido después del rescate del valiente herido. La recuperación del joven de ojos amarillos fue rápida, nunca quiso hablar respecto a su procedencia; aceptó la disciplina y las enseñanzas del Maestro Helio; demostró poseer una inteligencia fuera de lo corriente, aprendió a leer, se interesó en los libros más antiguos y en el ejercicio físico.
Helio, desde el principio, percibió la angustia y la soledad de Garras Prometeo, así decidió llamarlo; el joven estudiaba en la biblioteca y se entrenaba en el gran patio central; nunca traspasaba la puerta de salida, ni miraba fuera de la casa.

Capítulo 11: La resolución
Cuando Garras terminó la preparación física y mental, programada por su maestro, siguió adelante por su cuenta.
Una tarde, recordaba Helio, llegó una carta, el viejo tendría que ausentarse tres días; había acontecido un incendio lejos de allí y necesitaban sus conocimientos en curar los heridos. Miró a su alumno y dijo:
-Si hay problemas, recuerda: guíate por tu instinto; piensa como el enemigo.
Helio salió a caballo; desde el techo de la casa, Garras le siguió con sus amarillos ojos, hasta más allá de la sabana, cuando la selva se lo tragó.
Garras comió y durmió el resto de la mañana; en la tarde bebió agua y afiló las armas bajo uno de los árboles del patio central. Estiró los músculos con la destreza de un gladiador.
Caminando con paso lento y elástico, entró bajo techo; se sentó en el suelo, frente a la descomunal escalera, único acceso al segundo nivel de la construcción; allí estaba la portentosa biblioteca, el laboratorio y las herméticas bodegas. Garras Prometeo cerró los ojos.
La casa se fue oscureciendo, la negrura de la noche tropical la estaba tomando por asalto; horas después, se comenzaron a oír, por debajo de los habituales ruidos nocturnos de la llanura y los crujidos de la vieja construcción, unos silbidos.
Garras no abrió los ojos; en cada extremidad, las cinco puntas de sus puñales emergieron. Cada latido de su corazón se hizo más fuerte, la respiración más profunda. Se visualizó rodeado por un óvalo de fuego; sus amarillos ojos se abrieron.

jueves, 20 de septiembre de 2007

7 y 8.- LUZ


Nota: La vida es una ilusion, las apariencias engañan, las ilustraciones no ilustran.

Capítulo 7: El hombre misterioso
Una voz masculina gritó desde la parte baja de la casa:
-¿Garras, dónde estás?
Los abuelos se miraron angustiados, esa voz proviene de un terrible enemigo; no se atrevieron a huir, la amarilla mirada los mantuvo clavados en el suelo.
Llegó un hombre, con barba y cabellos blancos; exclamó desde la puerta de la habitación:
-¡Garras, no sales de la biblioteca!- miró a los tres intrusos y ordenó:
No los dejes ir; ya regreso.
Un momento después, el hombre apareció con algo de comida y cambió su forma de hablar a una lengua suave y sibilante.
-Mi nombre es Helio y él es Garras Prometeo; no nos tengan miedo, queremos ayudarles. Coman. Es leche, maíz tierno, fruta y queso del mejor. Coman, están débiles.
Los abuelos estaban desconcertados, pensaban sorprendidos:
-¡Habla nuestra lengua!- tomaron a Luz y se arrinconaron, temblando de miedo.
El hombre, insistió:
-¿Cuáles son sus nombres? ¿Quién es esa pequeña? ¿Qué les ha pasado?
Sin moverse, el abuelo contestó con casi inaudible voz:
-Ella es Luz, nuestra nieta. Mi esposa es Serena y yo soy Cantador. Somos del clan Los Grises. Ya nos vamos, déjennos pasar.
La abuela intervino:
-Escapamos del otro lado del río, hay una guerra; nuestra hija y su esposo quedaron atrás; enfrentaron los enemigos para salvar a Luz. Ellos nos siguen.
Luz oyó la conversación y aún no logra comprender la magnitud de la tragedia. El hombre continuó:
-Por favor abuelos, coman, lo necesitan y su nieta también; somos amigos.
Los ancianos no se movieron, Luz se escondió tras la abuela; transcurrió un momento de silencio y el abuelo dijo:
-Tenemos miedo del veneno, no queremos comer.
El hombre tomó un pedazo de queso, lo mordió, lo saboreó y tragó.
Entonces, el abuelo comió parte del queso; esperó unos momentos y luego probó la leche y el maíz. La abuela se acercó, comió en la misma secuencia; mientras tanto, Luz esperaba. Un rato después, los abuelos la acompañaron hasta los alimentos; los tres comieron en silencio dando furtivas miradas a sus observadores. Por encima de la cabeza del hombre, el guerrero los observaba, impasible; él era un espectáculo aterrador para los comensales.
En silencio, el viejo anfitrión salió de la habitación y regresó con una gruesa alfombra.
-Duerman aquí, hablaremos esta noche.
Garras Prometeo y Helio salieron; cerraron la puerta de la biblioteca.

Capítulo 8: El Gran Libro
Es media noche, los tres refugiados están sentados en el suelo de la biblioteca frente a sus benefactores. Una vela los ilumina; los abuelos habían contado su historia, Helio dijo:
-Han tenido una experiencia terrible, estoy conmovido y preocupado por el destino de los padres de Luz y de su pueblo.
Más animoso agregó:
-Su habitación está lista, hay muchas; ésta construcción fue un cuartel.
Miró a Luz y dijo:
-Te ves muy fresca y sana gracias a tu juventud. Cuida los abuelos, en ellos está la experiencia, debes preservarla para tu supervivencia y la de tu futura familia.
Helio hizo una larga pausa, y continuó:
-Tuvieron mucha suerte habiendo entrado aquí, fue una feliz decisión.
Miró a las paredes y agregó:
-Esta biblioteca es única en miles de leguas a la redonda; nos rodean llanuras, selvas, montañas, ríos como océanos y fieras indescriptibles. A muchos les gustaría destruirla y saquear nuestras despensas. Una vez lo intentaron y fracasaron.- y miró a Garras quien estaba con la mirada fija en la luz de la vela.
Los abuelos Cantador y Serena siguen maravillados; éste hombre habla con ellos, conoce su idioma; los ancianos no dejan de mirar a su alrededor, a los anaqueles llenos de libros, nunca imaginaron que podría existir esa cantidad. La pareja de ancianos habían visto El Gran Libro en La Cueva de El Gran Libro. Cuando eran muy jóvenes, habían entrado sin que los Maestros Consejeros se percataran. A pesar de la oscuridad, miraron El Gran Libro durante largo rato; luego huyeron, habían cometido un grave delito.
Helio siguió hablando:
-Garras Prometeo ha superado terribles pruebas, confíen en él. Esto te lo digo a ti, pequeña Luz: considéralo tu Maestro.
Garras oyó, con la mirada fija en la luz de la vela; luego volteó y miró a Helio, quien le dijo:
-Sí, llegó tu siguiente etapa; he ahí a tu alumna.
Luz se había acercado a la vela y trató de tocar la llama.
-Luz.- dijo Helio, al mismo tiempo que la detuvo:
-El fuego será tu servidor si sabes respetarlo.

martes, 18 de septiembre de 2007

5 y 6.- LUZ


Nota: Esta es una ilustracion decorativa, las verdaderas caras de los protagonistas, apareceran pronto.

Capítulo 5: La oscura amenaza
Los dos viejos y la nieta están en la más completa oscuridad; por una ventana a su izquierda, penetra la negrura; el silencio es total, es más de media noche, la casa duerme.
Luz despertó, miró al frente, la oscuridad es intensa, nada ve; una pared está a sus espaldas, los abuelos habían caído en un sueño profundo, víctimas del cansancio. Luz movió la cabeza para mirar de reojo, un truco instintivo para ver mejor en la oscuridad, nada percibió; contuvo la respiración, y con la boca abierta trató de oír; tampoco logró recibir sonido alguno, es como si estuviera sorda y ciega.
El corazón de Luz latía agitado; ella siente a través de la piel, algo o alguien está frente a ellos; con cada mano tocó los cuerpos de sus abuelos, ambos despertaron y no se movieron; los ancianos repitieron las mismas maniobras con ojos y oídos antes realizadas por Luz; tampoco captaron una presencia real; aterrorizados, saben que están atrapados.

Capítulo 6: Ojos amarillos
Una luz, tan débil como una estrella, entró por la ventana; los tres fugitivos vieron algo, sus corazones se detuvieron un instante y luego se desbocaron; los músculos se tensaron para comenzar la huída.
Una inmensa sombra se erguía frente a ellos, en la zona de la cabeza brillan dos puntos amarillos, la sombra no se mueve, no respira; los horribles círculos no parpadean, son como carbones encendidos.
El tiempo no transcurría, no se hizo más lento, se detuvo; la habitación se fue aclarando, y con la vista fija en la sombra, los tres refugiados vieron en detalle la terrible figura. Es un guerrero, cinco puñales en cada una de sus extremidades; se adivina una agilidad de relámpago; su rostro es inescrutable; a pesar de estar sentado en el suelo, de manera relajada, están seguros que podría dar un salto muchas veces mas largo que el mejor de los suyos.
Los abuelos, temblando, mantienen la vista fuera de la cara del guerrero; Luz decidió mirarle a los ojos; quedó sorprendida: los ojos amarillos la estaban observando con atención y ella comprendió algo extraño. El guerrero desvió los carbones encendidos hacia un punto encima de la cabeza de Luz; luego se quedó estático, como una roca; algo espera, ellos ignoran qué es.

domingo, 16 de septiembre de 2007

3 y 4.- LUZ


Capítulo 3: Nuevo peligro
La luna quedó casi eclipsada por las nubes; la carrera por la selva fue brutal, a lo lejos se oye el ruido de la batalla; los dos ancianos, llevando a Luz, avanzan entre las sombras; el área de combate aumentó a sus espaldas, los viejos se sienten empujados en la dirección menos aconsejada por sus años de experiencia. El río, frente a los prófugos, está plagado de peligros: caimanes taimados, hirvientes bancos de pirañas y la pesada corriente del viajero océano, inmenso caudal, tibio y turbio. Un barco amarrado a la orilla, es otro peligro mortal; los ocupantes los matarán sí los sorprenden; no hay alternativa, en la nave podrán esconderse, en la selva cercana serán encontrados por sus perseguidores.
Aprovechando el paso de una negra nube, los tres refugiados se ocultaron entre la carga; no se atreven a producir sonido alguno; alertas, vigilan mientras la noche termina; el barco zarpó al amanecer en dirección a la orilla opuesta; la fría noche se fue transformando en una mañana calurosa y húmeda; las horas transcurren lentas y pesadas.
Llegaron a la otra orilla, los tres polizones no se han movido de su escondite; esperan la caída de la siguiente noche; les llegan aromas desconocidos y los abuelos se asustan aún más cuando el viento les lanzó un olor, ahora familiar para Luz, es el mismo olor desde donde salían los silbidos malignos en la oscuridad.
Llegó la noche, más tripulantes arribaron al bote; ante el peligro de ser vistos y asesinados, los viejos decidieron desembarcar entre las sombras.

Capítulo 4: El viejo cuartel
Otro día en extremo caluroso terminó. Las bocas de los tres fugitivos arden por la sed, tienen las lenguas inflamadas, los estómagos vacíos duelen, sus músculos tiemblan de cansancio; las luces de las casas los atemorizan, están en territorio enemigo; decidieron rodear el centro poblado y adentrarse en la selva, alejándose del río.
Tiempo después, una débil luz les mostró una solitaria casa; es una vieja construcción de dos pisos, gruesas paredes y un gran patio central. Tiene aspecto de haber sido un puesto armado de avanzada; la estructura les pareció gigantesca.
De súbito, el aire trajo un sonido lejano: intercambio de silbidos; los abuelos no se movieron hasta la llegada del temible olor. El miedo los impulsó y en veloz carrera, los dos ancianos con su nieta, subieron como pudieron hasta la primera ventana y penetraron en la oscura habitación. Una voz masculina se oyó muy dentro de la fortaleza, emitía una alegre canción; los fugitivos huyeron, en sentido opuesto, por una enorme escalera hacia el segundo piso.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

1 y 2.- LUZ


Capítulo 1: Así habló Perícles.
La fresca y luminosa mañana inundó hasta el último rincón de los cerros y la llanura, cientos de cadáveres yacían por todas partes, en las manos de cada muerto, pequeñas semillas doradas despedían luz y aroma.
La multitud de sobrevivientes no se movió, una capa de húmeda tristeza la cubría. Las miradas comenzaron a converger sobre Luz, ella permaneció junto al enorme libro y habló muy despacio. El coro de repetidores intentó seguirla y se detuvo poco a poco. Luz continuó subiendo el volumen de su voz, la llanura se dispuso a escuchar.
-Hace más de dos mil años, dos pueblos hermanos lucharon hasta la muerte. ¿La razón? La misma que nos llevó hoy a matarnos entre hermanos.
Su voz se quebró, se repuso y continuó:
-¿Por qué se recuerda aún esa contienda? Porque quedó escrito, y los ganadores en esa batalla, tuvieron como jefe un gran estadista. Él pronunció palabras grabadas hasta hoy en la mente de los seguidores del bien colectivo, esas palabras son: Ley, Libertad, Igualdad.
Un joven al lado de Luz, cubierto de heridas, la miraba con intensidad. Ella, después de recorrer con la mirada la extensión del campo de batalla, continuó:
-Su sistema de gobierno fue llamado Democracia. En el discurso fúnebre a los caídos en una terrible batalla, él Perícles, dijo: Por la Democracia murieron estos ciudadanos, considerando justo, con toda nobleza, que no les fuera arrebatada; por ella, todos los que quedamos, es natural que aceptemos sufrir penalidades.
Una ráfaga de frío viento acarició la cara de la joven, ella cerró los ojos por un momento y retazos del lejano pasado llegaron a su mente.

Capítulo 2: Llegó la oscuridad
Luz está rodeada por la oscuridad. Algo la despertó, un par de manos la levantaron, es su madre, reconoció el aroma; oyó el ruido de pasos apresurados, todos se mueven en silencio; el retumbar del corazón de la madre le llega a través de la piel, la respiración agitada y el aumento en la velocidad de la carrera, la asustan mucho más; Luz no emitió ningún sonido, por instinto guardó silencio. Murmullos muy bajos le dicen que delante de ellas van sus abuelos, dirigen la huida por túneles abandonados mucho tiempo atrás; también percibió a su padre, siente el olor de su furia y su miedo. Oyó pasos tumultuosos detrás del grupo, algunos gemidos de angustia, gritos inarticulados y algo que nunca antes había oído: silbidos largos y profundos, llevan órdenes secas y rabiosas.
El volumen de los silbidos aumentó, quienes los emiten están alcanzándolos en la oscuridad; a lo lejos, una débil iluminación anuncia una salida del laberinto; con dificultad los abuelos trepan. Su cuerpo se erizó, el silbido de guerra del padre retumbó; es la primera vez que lo oye; en la penumbra vio su espalda, el padre se plantó para enfrentar la arrolladora amenaza en la oscuridad; la madre se detuvo en seco; los abuelos tomaron a Luz, y la madre, coreando el canto guerrero, regresó para presentar batalla.
(continuará)