domingo, 23 de septiembre de 2007

9, 10 y 11.- LUZ

Este personaje nada tiene que ver aquí.

Capítulo 9: Un pasado, una cadena de coincidencias
Helio subió al laboratorio, una gran cantidad de extraños aparatos de vidrio estaban sobre mesas y anaqueles; recipientes con hirvientes líquidos despedían raros olores. Sentado frente su escritorio, dejó vagar la mente por el pasado. Rememoró el primer encuentro con Garras Prometeo y los acontecimientos surgidos después.
Fue en una noche flagelada por la tormenta tropical; Helio iba por su caballo, venía de asistir un herido, el médico del pueblo estaba lejos y el viejo Helio le suplió en la emergencia. Entre el fragor de los truenos, oyó un lamento, miró a todos lados; cuando paseó la mirada hacia su derecha, ocurrió el relámpago más intenso. A lo lejos, por una fracción de segundo vio algo, no estaba seguro de la visión; el viejo reaccionó sin titubear. Corrió al máximo de sus posibilidades, desenvainó un filoso machete; de su boca salieron agudos y secos silbidos, órdenes furiosas; blandió el machete de plano, no quería matar; golpeó al primer agresor, le siguieron dos más y rodaron por tierra; el cuarto pandillero, corpulento y el mejor armado, enfrentó al viejo.
Helio giró el machete; puso el filo al frente y dijo en un seco lenguaje:
-Escogiste morir.
Desconcertado al oír su propia lengua, el jefe de la banda saltó a la oscuridad.
La tormenta arreció, de pie se mantenía la víctima, erguido en posición de batalla; era demasiado joven y débil para enfrentar cuatro asesinos. Tenía una herida en la espalda; entonces siguió lo más difícil para Helio.

Capítulo 10: El inicio
El joven lanzaba rápidas fintas; los ojos amarillos seguían a Helio, le consideraba otra amenaza; Helio hablaba en una lengua gutural. Cada vez más debilitado, el herido no tuvo alternativa, al final aceptó la ayuda.
Desde la oscuridad, muchos pares de malignos ojos observaban. En adelante se dedicarían a espiar; sabían ser pacientes.
Helio siguió recordando lo ocurrido después del rescate del valiente herido. La recuperación del joven de ojos amarillos fue rápida, nunca quiso hablar respecto a su procedencia; aceptó la disciplina y las enseñanzas del Maestro Helio; demostró poseer una inteligencia fuera de lo corriente, aprendió a leer, se interesó en los libros más antiguos y en el ejercicio físico.
Helio, desde el principio, percibió la angustia y la soledad de Garras Prometeo, así decidió llamarlo; el joven estudiaba en la biblioteca y se entrenaba en el gran patio central; nunca traspasaba la puerta de salida, ni miraba fuera de la casa.

Capítulo 11: La resolución
Cuando Garras terminó la preparación física y mental, programada por su maestro, siguió adelante por su cuenta.
Una tarde, recordaba Helio, llegó una carta, el viejo tendría que ausentarse tres días; había acontecido un incendio lejos de allí y necesitaban sus conocimientos en curar los heridos. Miró a su alumno y dijo:
-Si hay problemas, recuerda: guíate por tu instinto; piensa como el enemigo.
Helio salió a caballo; desde el techo de la casa, Garras le siguió con sus amarillos ojos, hasta más allá de la sabana, cuando la selva se lo tragó.
Garras comió y durmió el resto de la mañana; en la tarde bebió agua y afiló las armas bajo uno de los árboles del patio central. Estiró los músculos con la destreza de un gladiador.
Caminando con paso lento y elástico, entró bajo techo; se sentó en el suelo, frente a la descomunal escalera, único acceso al segundo nivel de la construcción; allí estaba la portentosa biblioteca, el laboratorio y las herméticas bodegas. Garras Prometeo cerró los ojos.
La casa se fue oscureciendo, la negrura de la noche tropical la estaba tomando por asalto; horas después, se comenzaron a oír, por debajo de los habituales ruidos nocturnos de la llanura y los crujidos de la vieja construcción, unos silbidos.
Garras no abrió los ojos; en cada extremidad, las cinco puntas de sus puñales emergieron. Cada latido de su corazón se hizo más fuerte, la respiración más profunda. Se visualizó rodeado por un óvalo de fuego; sus amarillos ojos se abrieron.

1 comentario:

Níyume dijo...

Veo tus imágenes. quiero leer màs , anda!
LUZ , LUZ, LUZ.