viernes, 30 de mayo de 2008

62 y 63.- LUZ en Monstruos y A cielo abierto


Una extraña forma de celebrar su cumpleaños, los riesgos son su pasión. Luz no es así, ella ama la paz.

Hoy 31 de Mayo del 2008, este blog: Wardjan, cumple un año de nacido.


Capítulo 62: Los monstruos chupadores de sangre
-Sigan marchando sin detenerse. Manténganse calmados, no sientan miedo, ellos lo podrían percibir. No los miren. Sí vuelan cerca, no hagan movimientos bruscos.
Estas fueron las recomendaciones del Maestro Reidor, antes de continuar avanzando. Durante horas caminaron en tensión; desde el alto y oscuro techo llegaban los chillidos de los monstruos chupadores de sangre; varias veces, algunos de los sombríos voladores les pasaron rozando las cabezas. Los dos jóvenes se mantuvieron en la actitud recomendada, gracias al ejemplo de Reidor; muchas veces el impulso de salir corriendo como locos casi les dominó; por fortuna, el ejemplo del viejo los mantuvo en sus puestos.
Cuando ya estaban terminando de pasar el segmento de caverna dominado por los voladores, ocurrió un imprevisto; uno de los más grandes individuos aterrizó varios metros frente a ellos. En tierra, el impresionante cuerpo alado perdió toda su gracia aerodinámica; se movió con torpeza hacia ellos, a un choque seguro.
Luz y Rayo comenzaron a detener la marcha. El Maestro Reidor aceleró el paso y ellos se sintieron obligados a seguirle. El monstruo tenía el doble de estatura del imperturbable anciano. Las fauces semiabiertas mostraban espantosos caninos, húmedos de baba. El encuentro se veía inminente; en el último momento, el Goliat se hizo a un lado de un brinco y el viejecito siguió su ruta. Detrás de él, sus espantados protegidos no salieron de la fila.
Media jornada después, cuando ya estaban bastante lejos, el Maestro Reidor cayó al suelo. Los dos jóvenes se abalanzaron para ayudarle, presintiendo lo peor. La voz jadeante del viejecito dijo: -Ya no estoy para estos trotes.
Luego resonó en la cueva la risa del anciano y dijo:
-¡Qué susto le di al jefe, se le cayó la baba de la boca!
Luz y Rayo no sabían si enfadarse o reír. Al final, acompañaron a Reidor en su alegre desahogo.

Capítulo 63: Al fin bajo cielo abierto
Era de noche, los tres cansados amigos acababan de abandonar el túnel madre por un empinado pasadizo, luego siguieron un laberinto de cuevas y llegaron al aire libre. Ahora estaban disfrutando la sensación del cielo nocturno sobre sus cabezas. Rayo y Luz miraban las estrellas.
Un grito los previno.
-¿Qué hacen ahí parados? ¿Están locos? Vengan bajo este tronco.
La alarmada voz del Maestro Reidor los trajo a la realidad. No terminaban de esconderse bajo el enorme tronco, cuando dos sombras pasaron por encima de ellos; no produjeron sonido alguno con sus alas, no emitieron ningún chillido o rugido; los jóvenes sintieron el paso de la muerte.
-La colonia de emigrantes está en alguna parte de aquel bosque. Hay muchas protecciones bajo las grandes raíces y algunos bulbos para desenterrar. Sí, seguro es allá, eso recuerdo.
Con voz segura y cuchicheando, Reidor les informó respecto a los detalles de la geografía del bosque y sus alrededores. Se adentraron en el oscuro macizo y una vez dentro de él, se dedicaron a buscar comida. Era escasa, aunque lograron apaciguar el hambre, luego se introdujeron bajo una de las raíces de un árbol corpulento.
-De ahora en adelante haremos guardias de vigilancia, haré la primera.- dijo Luz.
La joven se apostó en la entrada del refugio, sin perder de vista la salida de emergencia; entre los tres habían excavado una en la parte trasera.
Pasaron varios días reponiendo fuerzas. Una mañana, cuando recolectaban alimentos, Luz habló en voz muy baja:
-Nos observan, finjamos no darnos cuenta.

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