martes, 18 de marzo de 2008

46 y 47.- LUZ en Secreto de los secretos

Luz no tiene este aspecto.

Capítulo 46: Una mente enloquecida
Reidor abrió los ojos, miró a Luz y se desmayó de nuevo. Los jóvenes lo zarandearon para hacerlo volver en sí.
El anciano respiró varias veces y mirando a Luz con ojos desorbitados dijo:
-La Iluminadora, la profecía.- Y agregó con voz reverente:
-Maestra Luz, enséñame a leer.
-Demasiado sol para esa cabecita- Murmuró Rayo -Está delirando.
Reidor se reincorporó.
-Estoy listo Maestra Luz, ya sé porqué no he muerto. Debo ayudarte a cumplir tu misión. Esa es la mía- Y mirando a Rayo, agregó:
-Tenemos mucho trabajo por delante, en especial tú.
Rayo miró a otro lado para ocultar sus lágrimas y dijo:
-Pobre Maestro Reidor. Enloqueció.
Luz estaba perturbada, pronto oscurecería, permanecían en territorio peligroso y durante la noche estaría plagado de monstruos voladores. Entonces decidió seguir la corriente al anciano.
-Maestro, sólo te enseñaré si dejas de llamarme Maestra Luz. Dejemos la tabla enterrada en el mismo sitio y regresemos. Hablaremos en nuestro refugio.
Rayo protestó:
-Demasiado sol y los tres quedamos locos. Ayudaré en todo, pero esta noche me explicas qué es esa madera.
Sin ayuda tomó la tabla del mensaje, lo transportó y lo enterró en el mismo sitio de donde Luz lo había extraído. Luego dijo:
-Iré adelante. Ya conozco la ruta. ¡Ojo atento al cielo!
En la carrera de regreso el Maestro reidor necesitó menos descansos, de algún lado le llegaba nueva energía. Varias veces le oyeron decir entre carcajadas:
-La Profecía es verdad.

Capítulo 47: El secreto de los secretos
Llegó la noche y todavía los viajeros estaban lejos de algún refugio. Cuando rebasaban un sector poco protegido por la maleza, Reidor los detuvo:
-Esperen, entrar de noche por ese camino es muy peligroso. Síganme.
Los llevó bajo un árbol he intentó mover un tronco caído, el anciano quedó jadeando.
-No debo abusar de mi cuerpo, háganlo ustedes, por favor. Ahora debo cuidarme mucho más, tengo claro mi cometido.- luego agregó:
-Son tantos túneles, algunos escapan de mi mente.
Rayo y Luz desplazaron el trozo de madera, penetraron por un estrecho camino subterráneo el cual desembocó en otro mayor y al final, arribaron al Refugio del Último Consejero, la cueva en forma de pera.
Esa noche durmieron poco y hablaron mucho. Luz le seguía la corriente al Maestro Reidor. El anciano le parecía cuerdo, aunque sonaba algo incoherente.
Rayo comió para varios días, la comida abundaba; mucha de ella bajaba por el río subterráneo, eran mazorcas de maíz tierno, arrastradas en los temibles sumideros cuando llovía. La mente del joven estaba inundada de preguntas y no se atrevió a pronunciarlas.
El Maestro Reidor tenía la palabra:
-Luz, cumplo con mi acuerdo de no llamarte Maestra. La primera vez, cuando conté mi historia, una parte dejé inconclusa y es hora de contar el resto.
Con la mirada perdida en el pasado, Reidor habló:
-Llegué a formar parte como novicio de El Gran Consejo en razón de una serie de asombrosas coincidencias, eso pueden recordarlo. La desconfianza de los antiguos miembros hacia mí se fue atenuando y como dije, yo deseaba ser uno de los suyos, ambicionaba ese honor.
-Un día me atreví a pedir, con la mayor humildad, me enseñaran a leer. En mi presencia ellos leían las páginas sagradas de El Gran Libro. Cada vez, cuando había un juicio por realizar, lo hacían; también cuando el clima nos era adverso, discutían sobre las sabias palabras allí escritas. Cualquier acontecimiento, donde implicara tomar decisiones de estado, era analizado de acuerdo a la sabiduría allí plasmada. Plasmada de forma para mí desconocida.
-A mi petición, el Gran Maestro Modesto, del clan Marrones Pequeños, con lágrimas en los ojos, recuerdo con claridad, me miraba; era una mirada de advertencia, como si algo terrible caería sobre mí desde los cielos.

2 comentarios:

Rita ♫ dijo...

Estoy embelesada con tus ilustraciones, ésta y la anterior están preciosas. El reflejo de la chica en el agua es genial. Besos.

Joseín Moros dijo...

¡Muchas gracias Rita!
Tus comentarios me llenan de satisfacción.
Un gran abrazo.