martes, 8 de enero de 2008

37.- LUZ

Poderosos enemigos siguen allí.

Capítulo 37: Monstruos del aire
El anciano Reidor sonrió y continuó:
-Ya he oído, sin su permiso, sus historias. No di a conocer mi presencia en el primer momento por miedo; temí fueran espías de los usurpadores. Me siento obligado a contar la mía.
Inspiró y sonriendo, agregó:
-Mucho tiempo antes de la invasión y matanza del Gran Consejo en la Cueva de El Gran Libro, yo era Médico de mi clan, un cargo menor, nuestro representante en El Gran Consejo había muerto, un monstruo del aire se lo llevó. Para La Gran Ceremonia de La Luna, se necesitaba la presencia de representantes de los clanes; apresurados, mis conciudadanos me eligieron. Intenté negarme, la presión del tiempo y la casual ausencia del favorito para ser elegido, me llevaron al cargo. El favorito no pudo llegar esa noche al refugio, estaba huyendo de Terror y permaneció escondido, muy lejos, sobre un árbol. Curiosas coincidencias.
El ruido de vientos huracanados los interrumpió, los tres contertulios identificaron el sonido: varios monstruos del aire, finalizaron de mover sus alas y entraron en la cueva. Reidor, rápido para su edad, se lanzó dentro de la calavera. Luz y Rayo lo siguieron sin pensarlo.
Desde la relativa seguridad del cráneo gigante, observaron a través de los colmillos; cinco hoscos voladores, sobrepasando en altura la calavera, avanzaban sobre ellos. Reidor dijo en voz muy baja:
-Síganme rápido, ellos pueden meter la cabeza por las cuencas de la calavera.
Haciendo alarde de agilidad juvenil, se lanzó por el hueco en el suelo.
Como si estuviesen atados a él con una invisible cuerda, Luz y Rayo le siguieron.

5 comentarios:

Recomenzar dijo...

fascinante leerte y ver las imagenes

Joseín Moros dijo...

Son sólo sombras en la pantalla, el resto lo puso tu mente creativa.
Gracias por tus comentarios.

Lola, dijo...

EXCELENTE MUNDO DE PALABRAS E IMÁGENES.
SALUDOS AFECTUOSOS.

Rafael Ernesto dijo...

Joseín, primera visita por este espacio. Seguiré visitando.
Saludos am.

Joseín Moros dijo...

Lola y Rafael Ernesto, bienvenidos.