domingo, 2 de diciembre de 2007

35.- LUZ

La oscuridad es intensa. Mano firme, fuego en alto, la luz aleja el mal.

Capítulo 35: Otra amenaza
Luz se aproximó a Rayo para oír mejor; el joven suspiró y comenzó un relato.
-Soy Rayo del clan Marrones Pelo Corto. Soy un esclavo. Mis padres eran parte del Consejo Menor, ése es mi crimen y la esclavitud mi castigo. Las autoridades resistentes a los usurpadores, fueron condenadas; pasaron a ser esclavos con sus familias.
-Tenía varias noches sin poder dormir tranquilo, un presentimiento me mantuvo sobresaltado; me calmaba componiendo poemas y canciones, mientras trabajaba en los campos de esclavos y durante la noche. Hoy me dejé llevar por los más extraños impulsos y escapé; sin saber cómo, me dirigí a tu encuentro.
Titubeante agregó:
-Perdóname por la última pregunta: tu forma de hablar es extraña, usas muchas palabras nuevas para mí.
Guardó silencio.
Fue Luz, quien ahora se sintió ruda y grosera. Se propuso estar a la altura de su interlocutor y comenzó a hablar:
-Gracias por salvarme. Mi nombre es Luz y no tengo clan.
Sin pausa, contó su historia. Omitió todo lo referente a las enseñanzas recibidas de sus maestros. Los describió como buenos samaritanos, quienes la ocultaron y protegieron, junto con los abuelos; no entró en detalles respecto al aspecto de sus protectores, mucho menos mencionó algo acerca del morral. De acuerdo a su versión, ella y sus abuelos habían estado escondidos, todo este tiempo, al otro lado del río y Luz había regresado oculta en un barco; estaba aquí para saber de sus padres. Al final, dijo:
-Ni tú ni yo hablamos de manera extraña, cada uno habla según sus costumbres.
Rayo se sintió mejor. En su mente se formaron muchas preguntas, prefirió posponerlas; sentía una desproporcionada confianza en ella para el poco tiempo de conocerla. Cuando abrió la boca para comenzar a hablar, una horrible voz, grave, fuerte y tenebrosa los cubrió:
-¡Que historias tan conmovedoras!
Retumbó una profunda y gutural carcajada dentro de la calavera, resonando con su propio eco. La gigantesca catedral de roca, contribuyó a acentuar el horror, repitiendo una y otra vez, la macabra risa.

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