jueves, 5 de julio de 2007

LUNA AZUL SOBRE EL MAR


La pared se nos vino encima, el autobús de pasajeros saltó empujado por la ola de agua; los gritos no se oyen, el ruido de la tormenta los ahogó; un hombre, desde la ventana de una casa, nos está filmando, lo vi cabeza abajo; no es él somos nosotros, estamos volteados. Ramón tenía agarrado mi pelo y con el otro brazo a José el mayor y a Lucía, ella lloraba con la boca cerrada, yo apretaba a Mariana, había tomado leche de mi pecho mientras esperábamos escampara en la laguna que se formó sobre la carretera frente al mar. Dimos varias vueltas, caímos sobre carros amontonados, el agua nos arrastra y sube de nivel; agua amarilla, negra y marrón, como café; no sé cómo, llegué al techo del autobús, más abajo Ramón agarró a José y lo montó arriba de un carro con otras personas, él no sabe nadar, se fue braceando tras Lucía, el agua la lleva junto con mucha gente, se hundió y no lo vi más. Lucía agarró un sofá que pasaba y en eso le cayó encima un tanque de agua, de una de las quintas que se derrumbó; otro carro golpeó al que mi hijo José había llegado, todos se hundieron en el agua sucia. El autobús se detuvo; vi al hombre de la cámara cuando la casa le cayó encima, los escombros vinieron contra nosotros; el autobús aguantó los golpes y allí estaba yo, sola, apretando a Mariana, ella no lloraba, me miró y me pareció que tenía cincuenta años; la niña estaba entendiendo todo, se despidió de mí con una sonrisa; el autobús se volcó, quedé abrazada a un poste, pasó un tiempo largo y llegó la oscuridad; todo está negro; con la luz de los relámpagos, vi de donde venía el torrente; no quedaban casas, a mi lado muchas personas pasan gritando, otros ya están ahogados. El ruido de las piedras aumenta; las vi desde lejos, grandes como carros, levanté a Mariana encima de mi cabeza; llegaron las piedras.
***
La luz del sol me despertó, llovía, yo estaba enredada con cables de electricidad arriba de un montón de arena y piedras, a todos lados vi trozos de personas; me solté y comencé a caminar, pensando: Ramón está en el rancho con José, Lucía y Mariana. Sentí dolor en los pies, no tenía zapatos; abrí un carro volteado y descalcé a una señora, estaba dormida con los ojos abiertos y la boca llena de barro. Olvidé todo y seguí caminando.
***
Era de noche, el aeropuerto lo vi muy abajo, dije: estoy en la autopista. Tengo una botella vacía de agua mineral y un pedazo de pan en las manos; no pasan carros, sobre el mar vi una luna grande y redonda, azul, azul como un vidrio. Recordé y grité, lloré mirando la luna y abrí los brazos, le pedí me devolviera mis amores; lloré, lloré, me dormí en la tierra mojada.
***
¿Cuánto tiempo ha pasado? Es de noche, estoy bajo un puente, frente a mí veo el río Guaire, está crecido, llueve; estoy sucia, uñas largas, mi cabello duro de mugre; hay luces que brillan sobre el río, parecen adornos, deben ser para buscar cadáveres. Oigo música, hay restaurantes lujosos del otro lado del río; conozco esa melodía; miro al cielo, allí está la luna azul; me oigo gritando, llorando, pidiéndole me devuelva mis amores; oigo unos quejidos entre las matas, arrastrándome bajé el terraplén, llegué hasta la orilla del río sucio y hediondo; una perra está pariendo. Son tres perritos lindos como niños, ella me miró asustada, mostró los colmillos, cambió de opinión y bajó las orejas; me acerqué, le pasé la mano por la cabeza, saqué una morcilla rancia de entre mi ropa y senos, se la di, le doy agua de una botella amarrada a mi cintura; me atrevo a levantar uno de los perritos, el más negrito como Mariana; me lo acerco al pecho, ya no tengo leche, el niño se quedó tranquilo y la mamá cerró los ojos, cansada, confiada. Del otro lado del río, los cantantes repiten:
I heard somebody whisper “please adore me”
And when
I looked the Moon had turned to gold.

(Alguien murmuró “por favor adórame”
Y entonces
Yo miré la luna, se había vuelto color de oro.)

2 comentarios:

Aurora Pinto dijo...

Hola Joseín, me encantó leer tu cuento nuevamente; recuerdo que lo leíste en clase. Hermoso y conmovedor!

Un abrazo,
Aurora

Joseín Moros dijo...

Gracias por recordarlo Aurora.