martes, 27 de enero de 2009

66 y 67.- LUZ en Ceremonia y Maizales


¿Como se mide el éxito en la vida? Preguntó, antes de cerrar los ojos.
Por los obstáculos enfrentados. Contestó el ángel.


Capítulo 66: La Gran Ceremonia de La Luna
Bajo la luz de la luna Luz agregó algo más a la historia que había narrado cuando llegaron a la comunidad de refugiados, de nuevo omitió hablar de sus Maestros y dio la misma versión contada a Rayo y Reidor: unos buenos samaritanos habían ayudado a sus abuelos a la otra orilla del río. Sin embargo contó, en detalle, lo visto y oído desde la repisa de roca dentro de La Cueva del Gran Libro.
Todos prestaron atención. Luz dijo.
-Recuperaremos La Cueva del Gran Libro y todos los clanes elegirán sus delegados para crear un nuevo Gran Consejo.
Los rostros cambiaron de expresión, el desencanto y falta de esperanza oscureció las miradas. Semilla expresó la inquietud general.
-¿Luz, cómo podremos hacer eso si Rompecráneos tiene todo el poder?
Luz contestó.
-La próxima noche de La Gran Ceremonia de La Luna, estaremos todos allí. En el momento que Rompecráneos finja leer El Gran Libro, quedará desenmascarado. No sabe leer y su falsa sabiduría quedará descubierta ante todos.
Por respeto, no estallaron en carcajadas. Todos trataron de hacerle entender lo imposible de su plan. Reidor y Rayo se mantuvieron en silencio.
Trepador, disimulando una sonrisa, argumentó.
-Luz, hija, tal vez Rompecráneos sí sabe leer, no podemos saberlo, nadie de los nuestros sabe leer, todos los miembros del antiguo Gran Consejo fueron muertos, según nos contaste. Nuestro querido amigo Reidor no tuvo tiempo de aprender, era un novicio menor en El Gran Consejo, cuando la noche del golpe de Rompecráneos, él lo ha confesado. Decían nuestros abuelos: para aprender a leer se requiere la mitad de la vida y para aprender a escribir, la otra mitad. Y también decían: no todos nacimos para aprender
Luz dijo:
-Queremos mostrarles algo.

Capítulo 67: En los maizales de mi llanura quiero vivir
Reidor y Rayo se levantaron en silencio, luego salieron de la vivienda. Luz, en alta voz, dijo al anciano Consejero.
-Venerable, dime dos frases de tu propia creación.
Por diversión y sin comprender el objetivo del asunto, el viejecito declamó, todavía emocionado por las añoranzas del último momento.
-Aunque Terror me amenace, en los maizales de mi llanura quiero vivir.- pensó un poco más y agregó.
-El Gran Libro sólo es leído por los sabios.
Luz tomó dos trozos de hoja y con una pequeña piedra afilada hizo muchas rayas sobre ellas. Todos le observaron, nunca habían visto alguien raspando hojas de árbol, algunos pensaron se trataría de algún nuevo tipo de comida.
Luz silbó y sus dos amigos regresaron, traían expresiones muy serias; entonces entregó una hoja a cada uno de ellos. El Maestro Reidor miró la suya, una sola vez, y de cara a los presentes, pronunció.
-El Gran Libro sólo es leído por los sabios.
Todos abrieron la boca y no hablaron.
Rayo, con temblor en sus manos, recitó.
-Aunque Terror me amenace, en los maizales de mi llanura quiero vivir.
Los miembros del Consejo de Mayores estaban de pie. Miraban al trío como si fueran dioses.
El resto de la noche resultó inolvidable; algunos, no por duda, sino ansiando más emociones, pidieron otras demostraciones; muchos lloraban, otros reían y otros callaban. Todos embargados por la certeza de la cercanía del triunfo: la amada patria parecía estar más cerca.

No hay comentarios: