lunes, 31 de marzo de 2008

50 y 51.- LUZ en Misión y Libertad

¿Luz, dónde estás? Quiero verte.

Capítulo 50: La secreta misión de su vida
En voz baja Luz habló. Lloraba, reía y se repetía muchas veces; su Maestro le permitió desahogarse. El sólo movía los ojos amarillos, desde Luz y hacia la boca de la cueva. La iluminación fuera de la grandiosa caverna estaba resplandeciente.
El impasible maestro Garras Prometeo, no tuvo necesidad de hacer preguntas, ella le contó varias veces los acontecimientos desde su desembarco en la oscuridad hasta el presente. Cuando Garras la notó calmada, habló:
-Tus abuelos siguen bien. Nuestro Maestro Helio me esperará la próxima madrugada en el sitio donde desembarcamos la primera vez.
Pasó entonces al griego antiguo; el idioma en el cual estaban escritos los viejos tratados donde él y Luz pasaron tantas horas estudiando en la biblioteca de la vieja casa. Discutió con ella un plan. Los ojos de Luz destellaron en la oscuridad, reflejaban miedo y alegría al mismo tiempo.
Después, Garras Prometeo habló en el lenguaje de los asustados observadores:
-Amigos, Maestro Reidor y Señor Rayo. Gracias por proteger a Luz. No me tengan miedo, hay una misión para ustedes: aprendan a leer y escribir; el futuro de todos los suyos depende de eso. Luz les enseñará.
Volvió al lenguaje griego y expresó:
-Voy a explorar. Ya sabes cuándo volveré.
De un salto salió de la cueva y se sumergió en la penumbra de la espesura. Durante el corto tiempo cuando estuvo bajo la luz del sol, su cuerpo despidió un resplandor dorado.
Temblando de miedo, los involuntarios participantes de la reunión habían visto y oído todo lo acontecido. Agitados siguieron a Luz hasta El Refugio del Ultimo Consejero, una vez dentro, ella les calmó:
-A pesar de su aspecto, mi Maestro Garras Prometeo es muy bueno y muy sabio. No puedo dar detalles de nuestro plan, si los capturan los harían hablar. Confíen en nosotros. Hoy mismo comenzaremos con su aprendizaje.
El anciano Reidor apenas podía hablar:
-Confío en ti Luz, también confío en tu Maestro; aunque no puedo controlar el miedo al mirarlo.
Rayo se adelantó y preguntó:
-¿Podemos aprender a leer y escribir como si fuéramos Grandes Maestros? ¿No te parece demasiado para nosotros?
Luz lanzó una alegre carcajada y contestó:
-Mírame a mí, hasta mis abuelos aprendieron. No tenemos límites. Siempre podemos mejorar.

Capítulo 51: En busca de La Libertad
El refugio estaba lleno de hojas de plantas de maíz, garabateadas con letras y números. Los estudiantes rayaban las hojas con pequeñas piedras.
Una mañana Luz propuso:
-Voy por los túneles hasta La Cueva de El Gran Libro. Ustedes tienen una gran tarea por cumplir, están avanzando muy bien y sin mi presencia progresarán de igual manera, volveré en siete días. No seré imprudente, hay demasiado en juego.
Reidor y el joven Rayo se deshicieron en recomendaciones y recordatorios. La despedida fue al mediodía.
Por el camino Luz recolectó alimentos y fue reabasteciendo los escondites. Al llegar bajo La Piedra Salvadora, sintió el impulso de salir y permanecer allí hasta el anochecer, quería observar los alrededores.
Cuando llegó el final el día y la penumbra se convertía en oscuridad, Luz se preparaba para regresar al bien camuflado hueco bajo la piedra, entonces oyó voces en tono muy bajo y se quedó inmóvil, oyendo.
Era una voz masculina casi inaudible.
-Esta vez no nos atraparan de nuevo, sí continuamos como esclavos pronto moriremos; iremos hacia el norte, aunque la ruta es peligrosa, al final tendremos lo más valioso: la Libertad. Vamos solos, así no hay peligro de tener un espía a nuestro lado.
Una voz femenina continuó:
-Nunca lo imaginé. ¿Ella una espía? Era nuestra amiga de toda la vida. Ahora goza de doble ración y no afronta los peligros de los maizales. Come en los depósitos abastecidos por el pueblo con su trabajo.
La voz femenina sonaba nerviosa y dijo más bajo aún:
-Sigo con una sensación extraña, es un presentimiento
En el mismo momento, cuando la pareja de desconocidos estaban arrimándose a la piedra, se oyó el sonido de Terror.

martes, 25 de marzo de 2008

48 y 49.- LUZ en Mensaje y Visita en la oscuridad

Bajo la superficie hay belleza

Al mirar de cerca, sin prejuicios, en la superficie también
Capítulo 48: Mensaje antiguo
El Maestro Reidor continuó rememorando:
-Al oír mi petición los demás ancianos se alejaron, sentí algo extraño en esa actitud y pensé algo terrible, tal vez yo sería expulsado por mi osadía.
Con cuerpo y mente en el pasado, el Maestro Reidor continuó:
-Entonces el Maestro Modesto me contó una historia: muchas generaciones atrás hubo una gran lucha entre los miembros de El Gran Consejo. En esa disputa murieron los ancianos y los novicios tomaron el poder. Entonces descubrieron con horror una espantosa tragedia, ninguno de los ganadores del combate sabía leer El Gran Libro. Los discípulos habían matado a todos sus Maestros cuando quisieron, por la fuerza, obtener la sabiduría. Sin querer acabaron con la posibilidad de conquistar la ansiada ciencia.
-Llenos de pánico, los asesinos decidieron fingir ante el pueblo. Por fortuna para ellos, los asuntos relacionados con La Cueva de El Gran Libro nunca habían sido accesibles a todos los individuos de los clanes. La tradición decía: Secreto de Estado, Misterios de Los Sabios, Sólo para Ascendidos, Área de Seguridad y toda clase de trucos para manejar el poder lejos de los ojos del pueblo común.
-Yo no lo podía creer- dijo con voz aguda el Maestro Reidor. - ¡El Centro de La Sabiduría estaba formado por un hatajo de charlatanes! Desde incontables generaciones de supuestos sabios, eso había sido así. Los verdaderos ilustrados habían sido asesinados en los albores del tiempo, y todos aquellos a los cuales yo reverenciaba, eran unos ignorantes oportunistas.
En este punto de la narración, Luz y Rayo se pusieron de pie, tenían las bocas abiertas por la incredulidad. Ambos pensaban lo mismo, la narración era demasiado coherente, el aspecto del Maestro Reidor despedía cordura, y comenzaron a creerle, entonces no lo interrumpieron.
Reidor continuó recordando:
-El Maestro Modesto, con mirada de loco, me dijo al oído:
-Hay una profecía secreta, muy antigua: “Vendrá ella, La Iluminadora y nos enseñará”
El anciano Reidor, derramando lágrimas, dijo para concluir:
-Y allí mismo, el Maestro Modesto, de vergüenza, murió frente a mí.
Nadie habló más, los tres durmieron inquietos y sobresaltados hasta el siguiente mediodía.

Capítulo 49: Visita en la oscuridad
Los amigos estaban desmoralizados, la historia de Reidor los llevó a un estado de espera, sin saber qué cosa.
Varios días después los despertó un extraño ruido. Quedaron despejados y alertas, el ruido continuó un momento más y cesó por completo. A Luz, más que asustarla, le despertó curiosidad, y comenzó a ascender por el túnel hacia el interior de la calavera de grandes colmillos; Rayo la siguió, Luz llegó hasta la salida y muy despacio asomó la cabeza por el agujero. Dentro de la calavera estaba oscuro y una ligera penumbra, dentro de la gran cueva, podía verse a través de los orificios en el hueso.
Desde esa posición Luz nada podía advertir y decidió salir por completo, el sonido se repitió, venía de la parte superior de la calavera, algo la rozaba con suavidad. Luz percibió un olor familiar y recordó otro sonido: el ruido de las armas del maestro Garras Prometeo al ser afiladas. Su alegría la hizo gritar:
-¡Maestro!- Y saltó hacia la salida de la calavera ubicada en la nuca.
No pudo llegar. Rayo la detuvo, derribándola y sin emitir ningún sonido. Ella gritaba:
-¡Suéltame! Es mi Maestro. No hay peligro.
Por el hueco de la cuenca derecha de la calavera apareció algo horrendo, era un ojo amarillo centelleando en la penumbra. Lo más siniestro fue la voz, baja susurrante y estremecedora, decía:
-Suéltala. Luz no grites, puedes atraer el peligro.
Rayo quedó inmóvil de terror. Luz se soltó y salió de la coraza de hueso.
Reidor, con su pequeña cabeza asomada desde el hueco en el piso, también quedó estático y sin habla.

martes, 18 de marzo de 2008

46 y 47.- LUZ en Secreto de los secretos

Luz no tiene este aspecto.

Capítulo 46: Una mente enloquecida
Reidor abrió los ojos, miró a Luz y se desmayó de nuevo. Los jóvenes lo zarandearon para hacerlo volver en sí.
El anciano respiró varias veces y mirando a Luz con ojos desorbitados dijo:
-La Iluminadora, la profecía.- Y agregó con voz reverente:
-Maestra Luz, enséñame a leer.
-Demasiado sol para esa cabecita- Murmuró Rayo -Está delirando.
Reidor se reincorporó.
-Estoy listo Maestra Luz, ya sé porqué no he muerto. Debo ayudarte a cumplir tu misión. Esa es la mía- Y mirando a Rayo, agregó:
-Tenemos mucho trabajo por delante, en especial tú.
Rayo miró a otro lado para ocultar sus lágrimas y dijo:
-Pobre Maestro Reidor. Enloqueció.
Luz estaba perturbada, pronto oscurecería, permanecían en territorio peligroso y durante la noche estaría plagado de monstruos voladores. Entonces decidió seguir la corriente al anciano.
-Maestro, sólo te enseñaré si dejas de llamarme Maestra Luz. Dejemos la tabla enterrada en el mismo sitio y regresemos. Hablaremos en nuestro refugio.
Rayo protestó:
-Demasiado sol y los tres quedamos locos. Ayudaré en todo, pero esta noche me explicas qué es esa madera.
Sin ayuda tomó la tabla del mensaje, lo transportó y lo enterró en el mismo sitio de donde Luz lo había extraído. Luego dijo:
-Iré adelante. Ya conozco la ruta. ¡Ojo atento al cielo!
En la carrera de regreso el Maestro reidor necesitó menos descansos, de algún lado le llegaba nueva energía. Varias veces le oyeron decir entre carcajadas:
-La Profecía es verdad.

Capítulo 47: El secreto de los secretos
Llegó la noche y todavía los viajeros estaban lejos de algún refugio. Cuando rebasaban un sector poco protegido por la maleza, Reidor los detuvo:
-Esperen, entrar de noche por ese camino es muy peligroso. Síganme.
Los llevó bajo un árbol he intentó mover un tronco caído, el anciano quedó jadeando.
-No debo abusar de mi cuerpo, háganlo ustedes, por favor. Ahora debo cuidarme mucho más, tengo claro mi cometido.- luego agregó:
-Son tantos túneles, algunos escapan de mi mente.
Rayo y Luz desplazaron el trozo de madera, penetraron por un estrecho camino subterráneo el cual desembocó en otro mayor y al final, arribaron al Refugio del Último Consejero, la cueva en forma de pera.
Esa noche durmieron poco y hablaron mucho. Luz le seguía la corriente al Maestro Reidor. El anciano le parecía cuerdo, aunque sonaba algo incoherente.
Rayo comió para varios días, la comida abundaba; mucha de ella bajaba por el río subterráneo, eran mazorcas de maíz tierno, arrastradas en los temibles sumideros cuando llovía. La mente del joven estaba inundada de preguntas y no se atrevió a pronunciarlas.
El Maestro Reidor tenía la palabra:
-Luz, cumplo con mi acuerdo de no llamarte Maestra. La primera vez, cuando conté mi historia, una parte dejé inconclusa y es hora de contar el resto.
Con la mirada perdida en el pasado, Reidor habló:
-Llegué a formar parte como novicio de El Gran Consejo en razón de una serie de asombrosas coincidencias, eso pueden recordarlo. La desconfianza de los antiguos miembros hacia mí se fue atenuando y como dije, yo deseaba ser uno de los suyos, ambicionaba ese honor.
-Un día me atreví a pedir, con la mayor humildad, me enseñaran a leer. En mi presencia ellos leían las páginas sagradas de El Gran Libro. Cada vez, cuando había un juicio por realizar, lo hacían; también cuando el clima nos era adverso, discutían sobre las sabias palabras allí escritas. Cualquier acontecimiento, donde implicara tomar decisiones de estado, era analizado de acuerdo a la sabiduría allí plasmada. Plasmada de forma para mí desconocida.
-A mi petición, el Gran Maestro Modesto, del clan Marrones Pequeños, con lágrimas en los ojos, recuerdo con claridad, me miraba; era una mirada de advertencia, como si algo terrible caería sobre mí desde los cielos.

martes, 11 de marzo de 2008

44; 45.- LUZ en Maestro y Noticias

¿Cuál es la realidad? Tal vez ninguna, tal vez ambas.

Capítulo 44: El Maestro
Poco tiempo después los tres amigos estaban reunidos en El Refugio del Último Consejero, como llamaba el anciano Reidor a la caverna en forma de pera invertida, ubicada bajo la calavera del monstruo gigante.
-Quiero pedirte un consejo Maestro Reidor- Dijo Luz.
El viejecito la miró con cara de risa y contestó:
-¿Maestro? No me llames así, estoy muy lejos de ser un Maestro. Sólo cumplo con el requisito de la edad- y se tapó la boca para no carcajear.
Luz se puso de pie y habló:
-Maestro Reidor, en estas semanas nos has trasmitido incontables experiencias, ellas te han costado el tiempo de mi vida para acumularlas y casi has muerto por conseguirlas. Con esos conocimientos te has mantenido con vida y ahora nos mantiene vivos a nosotros, tus discípulos. Tenemos el deber de llamarte Maestro.
Luz miró a Rayo.
El joven habló:
-Maestro Reidor, muchas felices casualidades me han ocurrido para estar aquí, sin tu experiencia habría sido imposible y yo abría muerto en el intento de sobrevivir. Te considero mi Maestro.
Y dio por concluido el asunto.
El anciano los miró un momento. Sonrió y dijo:
-¿Hablas de un consejo?
-Debo ir mañana a la orilla del río. Al mismo sitio por donde llegué. ¿Cuál es la ruta más segura? Maestro.
Reidor puso expresión de congoja y contestó:
-La más segura es por el rumbo de los grandes árboles. Podemos salir apenas salga el sol y estaremos allí a la mitad del día. Hoy debemos comer y tomar mucha agua, por allí no hay nada para comer; además deberemos correr mucho para mantenernos protegidos de los monstruos voladores. Por fortuna Terror y sus amigos no pueden pasar hacia esa zona, se lo impiden los olores del monstruo de la caverna. ¿Piensas regresar escondida en uno de los barcos?
Rayo estaba de pie y con mirada nerviosa esperaba la respuesta.
Luz exclamó:
-¿Regresar sin saber nada de mis padres? ¡Nunca! Voy allí para recibir un mensaje.
Se presentó una larga discusión, hasta el momento cuando Luz aceptó la propuesta de sus amigos de hacerle compañía. La ruta era compleja, necesitaba un guía, y en las emergencias Rayo era de una ayuda incomparable.

Capítulo 45: Noticias
La siguiente jornada fue extenuante. Se desplazaban en carreras de sombra en sombra; permanecían inmóviles largo rato y otra galopada llena de tensión; las pausas fueron cada vez mas largas, el Maestro Reidor debía descansar y recuperarse.
Cuando llegaron a las inmediaciones del objetivo, Rayo miró el río y quedó hipnotizado por el movimiento de la llanura de agua. Luz tomó su brazo y lo hizo reaccionar:
-Salen del agua monstruos pavorosos y mortíferos. No te acerques.
El joven despertó, pasó la reseca lengua por sus labios y asintió en silencio. Luz, comenzó a buscar algo con la mirada, se cercioró de la ausencia de amenazas y en veloz carrera salió a terreno abierto.
Desenterró algo y comenzó a arrastrarlo. Era un pesado fragmento de madera. Rayo se abalanzó como una flecha y los dos jóvenes llevaron su extraña carga a la seguridad de las sombras.
-¿Para qué quieres eso? No es comestible- Dijo, jadeando, Rayo.
Luz apenas lo miró, se detuvo al lado de la tabla y observando su maltratada superficie dijo en voz alta:
-Abuelos bien. Todos te extrañamos. Oramos por tu bien.
La joven pasó una mano por su cara, secó varias lágrimas, y tomando una piedra afilada se agachó sobre la madera. Con mano firme la rayó y en voz alta dijo muy despacio, mientras trabajaba:
-Estoy bien. Dos amigos inesperados. En la Gran Caverna está Rompecráneos, dio un golpe y tomó el poder la noche de mi huída. Tal vez tarde un poco para enviar otro mensaje. Los quiero y los extraño a todos. Luz.
-¿Porqué hablas sola? ¿Quieres romper la madera? Te buscaré una piedra más grande- intervino Rayo.
Hubo un ruido y se voltearon. El Maestro Reidor había caído desmayado.

sábado, 8 de marzo de 2008

43.- LUZ y El lecho de la bestia

Ya comenzamos a descubrir cosas horribles.
Vigila tu espalda.

Capítulo 43: El lecho de la bestia
Reidor no se asomó, permaneció aplastado al piso y con sus manos sobre una pierna de cada uno de los jóvenes; casi ni respiraba.
Abajo el espectáculo era estremecedor.
La mitad del suelo de la sala estaba cubierta de cuerpos, una multitud de terribles seres dormían unos sobre otros. Eran cuerpos inquietos, atacados por pesadillas, almas atormentadas.
El piso de piedra estaba cubierto de restos de de maíz, hojas secas y toda clase de suciedad. Los lechos de los durmientes eran gruesas aglomeraciones de barbas de mazorca, esos suaves filamentos parecidos a cabellos de oro. El resto de la cueva estaba ocupado por alimentos frescos, recolectados por los esclavos.
Muy cerca de algo enorme, a lo cual Rayo no pudo identificar en el primer momento, estaba echado Rompecráneos. Rodeado de sus guardaespaldas, roncaba y ocupaba el espacio de varios de sus compinches. Había otros muy grandes, pero no tanto como él. Rompecráneos se movió y emitió un sonido, una tos carrasposa.
Las dos manos de Reidor apretaron y halaron con firmeza, los tres temblorosos amigos retrocedieron y desaparecieron en el hueco. Sin emitir palabra se alejaron por el túnel madre en veloz carrera, y no fue sino hasta largo tiempo después cuando se detuvieron bajo La Piedra Salvadora. Se miraron unos a otros y exhalaron un suspiro de alivio
-¡Vi El Gran Libro! ¡El Gran Libro!- Gritaba Rayo, entonces Luz dijo:
-Cálmate Rayo, de verdad estoy emocionada como tú, y también aterrorizada.
La jovencita pensaba:
-Si no detenemos esto pasaremos generaciones en la esclavitud.
Reidor miraba a Rayo, intentando ocultar su tristeza, tenía los ojos empañados por las lágrimas y murmuró:
-El Gran Libro.