jueves, 18 de octubre de 2007

28, 29 y 30.- LUZ

¿La luz de una antorcha será suficiente? ¿Será esta joven Luz?

Capítulo 28: El Gran Consejo
Rayo el joven esclavo hierve de rabia; cuando traían pesadas cargas de alimentos, murieron varios de los trabajadores forzados. Terror y sus secuaces aprovecharon el cansancio de los cargadores, para cazarlos y devorarlos.
Desde muy temprana edad, Rayo conoció la esclavitud; mientras arrastra la carga, rememoró la historia contada por sus mayores.
“Antes había muchos clanes vecinos y diferentes, esparcidos en los cerros de la llanura, cerca de las grandes extensiones de maizales silvestres; gracias al clima, todo el año estaban cargados de mazorcas. Desde muchas generaciones atrás, un representante de cada comunidad formaba El Gran Consejo. Cada cierto tiempo, se renovaba todo el cuerpo de consejeros por medio de elecciones, los clanes eran libres para elegir su representante”
“Un día ocurrieron grandes tormentas, terribles inundaciones sumergieron la llanura; casi la totalidad de los maizales desaparecieron; y llegaron los monstruos depredadores; uno llamado Terror, se destacó. La situación se agravó, la escasez de alimentos generó peleas y robos de territorios entre los clanes”
“Con el tiempo, el Gran Consejo se corrompió, inventaron nuevas leyes para permanecer en el poder y gozar del beneficio de comer sin trabajar. En La Cueva de El Gran Libro, vivían los miembros de El Gran Consejo, rodeados de comida obtenida sin esfuerzo. Para mantener el poder, reclutaron numerosos esbirros”
“Los maizales se fueron recuperando de la catástrofe natural, la comida comenzó a aumentar y así mismo el número de esbirros se incrementó. Se estableció una poderosa oligarquía; ellos, aseguraban, estaban en el poder por voluntad popular”
Rayo interrumpió sus recuerdos para finalizar la jornada, no podía descuidarse. La muerte acechaba en la tierra y desde el cielo.

Capítulo 29: El Discurso Oscuro
Llegó la noche, el final de la jornada para Rayo y los miembros de su clan. Habían estado transportando comida desde los maizales y varios de sus amigos no regresaron; desaparecieron en la llanura. Agotado, en su lecho, siguió recordando las historias de los mayores.
“Poco tiempo atrás, ocurrió lo peor. Un grupo de bandoleros llegó de alguna parte, o tal vez siempre estuvieron entre nosotros. Se establecieron al norte de los maizales, mataron a muchos y se apoderaron de las mejores zonas de recolección. Terror, y su tribu de monstruos asesinos, empezaron a cazarlos, aprovechando su poca pericia para el duro trabajo de conseguir la comida”
“El cabecilla de los bandidos, un gigante bestial llamado Rompecráneos, logró aliarse con los peores servidores de El Gran Consejo. Convenció a los esbirros, de ser superiores y de estar destinados a mandar para siempre sobre todos los clanes”
“Una noche, la recordada como La noche que cayó El Gran Libro, dieron el golpe. Irrumpieron en La Cueva de El Gran Libro y mataron a todos los miembros de El Gran Consejo”
“Durante la lucha, El Gran Libro fue derribado. Todos quedaron paralizados, atacantes y defensores. Rompecráneos, con sorprendente astucia, tomó el libro y lo repuso, abierto, sobre el gigantesco atril; la matanza continuó”
“Finalizada la toma de La Cueva de El Gran Libro, Rompecráneos reunió los antiguos servidores de bajo rango y los nombró El Nuevo Gran Consejo. Él mismo, se adjudicó el título de Gran Concejero, y lanzó El Discurso Oscuro”
“Ante El Gran Libro, iluminado por la luz de la luna, con retumbante voz, fue leyendo sus páginas; todos quedaron maravillados, hipnotizados, enardecidos hasta las lágrimas; ningún Maestro, nunca antes había leído El Gran Libro en presencia de extraños; los antiguos miembros de El Gran Consejo, ahora muertos, cuentan los ancianos del país, lo leían a solas y luego, transmitían su sabiduría al vulgo, fuera de La Cueva de El Gran Libro”
“Convertidos en fanáticos enloquecidos, seguros de su superioridad recién descubierta; la multitud, arengada por los secuaces de Rompecráneos, ésa misma noche y las siguientes, invadieron las viviendas de los jefes de todos los clanes. Los mataron o los convirtieron en esclavos junto con sus familias. Muy pocos lograron escapar, no se sabe quiénes ni a dónde”

Capítulo 30: Presentimiento
Rayo no pudo podido dormir la pasada noche, los recuerdos ocuparon las horas oscuras. Estaba sobresaltado y no era sólo por la muerte de sus amigos, había algo más. Esta mañana, camino a los peligrosos maizales donde rondan Terror y su tribu, Rayo está formando parte de un grupo de esclavos.
De súbito y por un incontrolado impulso, se escabulló en la primera oportunidad, cruzó los peligrosos maizales y al medio día llegó al otro lado.
Los esbirros no se preocupan cuando alguien desaparece, el fugitivo estará en el estómago de Terror, piensan; o tal vez, en las garras de algún monstruo volador de la llanura.
Mientras corre, Rayo se pregunta:
-¿Por qué hice esto? Mis amigos se preocuparan, mi familia también. No me entiendo.
Siguió avanzando hacia el sur, trepó a un árbol y miró a lo lejos, a la orilla del río; insistió en preguntarse:
-¿Qué estoy buscando?
Bajó y corrió en dirección al río. Se movía entre la alta vegetación, evitando los terrenos abiertos. De repente se paró en seco; un lejano sonido llegó a sus oídos, lo reconoció:
-Es Terror o alguno de su tribu, está adelante y cerca- pensó, temblando de miedo.
Rayo trepó a un árbol y desde su observatorio vio algo.
A lo lejos, una joven se acercaba. Tenía algo oscuro y pesado, amarrado a su espalda, avanzaba hacia él. Ella venía con muchas precauciones, ocultándose, esperando y avanzando; entre Rayo y la joven, está escondido Terror, el temible monstruo devorador; como un arco tensado, está esperando acortarse la distancia.

lunes, 15 de octubre de 2007

LUZ, SINOPSIS CAPITULOS 1 AL 27


La pequeña Luz fue salvada en brazos de sus abuelos, hasta ahora nada se sabe de la suerte de sus padres, quienes quedaron combatiendo un enemigo cruel y despiadado la terrible noche de la tragedia.
Después de una desesperada carrera, perseguidos por el enemigo, los abuelos se refugiaron en un viejo cuartel al borde de la selva; allí tuvieron un terrible encuentro con Garras Prometeo, un temible ser y con un hombre misterioso.
En una sorprendente habitación, el hombre misterioso recuerda tiempos pretéritos, muchas cosas en lugar de aclararse se oscurecieron aún más. El temible ser, acompañante del hombre misterioso, tiene un pasado turbio y sangriento.
En el lejano pasado, hubo un terrible combate entre Garras Prometeo y el abominable líder de las fuerzas enemigas, perseguidoras de Luz y sus abuelos.
Un salvaje romance, con una exótica guerrera, se desarrolla en el paisaje tropical.
El tiempo pasó, la joven Luz fue preparada para una desconocida misión por dos maestros asombrosos. Debe ir sola e internarse en un país plagado de bestias, un clima impredecible y enemigos poderosos.
¿Cuál es la misión? ¿Quiénes son los enemigos? ¿Viven aún los padres de Luz, después de tanto tiempo?

sábado, 13 de octubre de 2007

26 y 27.- LUZ

Una oveja vestida de lobo, sigue siendo una oveja. Luz no es así

Capítulo 26: Luna la hermosa guerrera
Garras miró el cielo y la tierra, nada vio; olfateó el aire, nada percibió; su cuerpo le avisaba de un gran peligro. Entonces llegó el olor, la mezcla de olores; sus cicatrices enrojecieron; como una serpiente, llegó el lejano sonido: pasos suaves en la oscuridad, un grupo de extraños se movía en la llanura, venían en dirección del bosque.
En silencio, Garras subió más alto en la copa del árbol, se desplazó sobre una gruesa rama y dio un prodigioso salto hasta otro árbol. Allí repitió la maniobra; varias veces hizo lo mismo, hasta dejar lejos el refugio de Luz. Se situó a espaldas del grupo, los estudió unos momentos y luego descendió del árbol.
Eran los siete guerreros, los mismos del encuentro tiempo atrás en los límites de su terreno; transportaban cadáveres enemigos. Garras saludó:
- ¡Hola!
Los siete soltaron las cargas, giraron, listos a defenderse.
Luna, le reconoció:
-Eres bueno en las emboscadas, no te sentimos llegar.
Garras se recostó sobre el tronco del árbol y agregó:
-Descansaré un poco, más tarde continuaré el regreso.
Luna se acercó a Garras, el resto de la patrulla se echó sobre el suelo, al lado de los cadáveres; ella dijo:
-Era un grupo grande, los sorprendimos; lucharon, cuando cayeron los más agresivos, el resto huyó; no salimos malheridos. Están más audaces, su número aumenta. ¿Cuándo tendremos otra de tus agradables visitas?
Después de un momento de silencio, Garras Prometeo contestó:
-La próxima luna llena; me gusta visitarte a la luz de la luna. Adiós.
Garras se perdió en la oscuridad.
Ella lo vio alejarse, se irguió, levantó un cadáver y continuó la marcha. El resto de guerreros la siguió, cada uno con su macabra carga.
Desde su alto mirador, Luz vio y oyó todo; les siguió con la mirada hasta su desaparición en la llanura. Un rato después, sintió la presencia de su Maestro y luego le oyó llegar, silencioso, como el aire quieto. Garras dijo en voz baja:
-Luna habría entendido; los otros te habrían atacado.

Capítulo 27: La misión de su vida
El tiempo siguió pasando, Luz progresó a grandes saltos; los abuelos Cantador y Serena aprendieron a leer y escribir.
En un fresco atardecer, leían y conversaban; el maestro Helio dijo:
-Luz, llegó el momento de tu regreso.
Garras Prometeo levantó la mirada del libro y concentró su atención en la conversación. Los abuelos se pusieron de pie, asustados, exclamaron al mismo tiempo:
-¡Iremos contigo!
Helio argumentó:
-Esta es su misión, está preparada; sola estará más segura.
Helio miró a los abuelos, ellos se situaron al lado de Luz; Garras Prometeo continuó mirando el libro.
-Garras, no debes internarte más allá del río, por ahora. No debes seguirla, atraerías sobre ella la mirada de los enemigos.
Luz se puso de pie y mirando a los ancianos, dijo:
-Volveré abuelos, traeré noticias de su hija, mi madre; sabremos que pasó con ella y mi padre.

martes, 9 de octubre de 2007

23, 24 y 25.- LUZ

La experiencia es una joya. Esta belleza no es Luz, ella es diferente.


Capítulo 23: Iniciación
Helio regresó al presente; meditó entonces sobre sus visitantes.
-La joven llamada Luz, ya llegó; un reto para Garras. Entre los dos debemos ayudarla. Mañana comenzaré la tarea de prepararla; su misión espera.
Desde el principio Luz resultó dispuesta a aprender, estaba ávida de conocimiento. Al cabo de cierto tiempo, Helio la dejó en manos de Garras Prometeo, ahora erigido en Maestro.
Los días pasaron y una noche, Garras pidió a Helio ir a ver algo en la biblioteca; Luz, utilizando pluma y tinta, escribió su propio nombre y luego con infantil voz, leyó un antiguo escrito sobre un viejo pergamino:
Por la Democracia murieron estos ciudadanos, considerando justo, con toda nobleza, no les fuera arrebatada; por ella, todos los sobrevivientes, es natural aceptemos sufrir penalidades.
-Progresas rápido Luz. Te felicito, leíste con mucho sentimiento y fuerza, el discurso fúnebre pronunciado por Perícles; unos pocos lo han recordado, y muchos lo seguirán haciendo en el incierto futuro.
Luz rió complacida y Garras Prometeo se sintió como un orgulloso padre.
El tiempo fluía; fue una época maravillosa para los cinco amigos; los abuelos Serena y Cantador se sintieron rejuvenecidos, Helio agradecía a la vida estas temporadas de paz; el más feliz era Garras Prometeo, actuando como maestro, padre y guardián. Luz vivía el continuo ahora de su infancia.

Capítulo 24: El agua
Ha pasado el tiempo. Cierto día Luz observaba fascinada el caudaloso río; bajo el caluroso sol, recuerda las palabras de su Maestro Garras:
-No es el mismo río, no es la misma agua; cambia cada momento, igual tú lo haces.
Luz tenía varios días explorando, sola en la sabana; es una nueva etapa de su formación. Los abuelos le habían transmitido, en el gran patio central de la casa, sus experiencias de viejos, necesarias para conservar la vida frente a destinos inesperados.
El ardiente sol estaba sobre su punto más alto; el espectáculo era extraordinario, la corriente turbia, la selva al otro lado del agua, las barcazas moviéndose sobre la espesa masa líquida. Luz sintió deseos de tocar el agua y se acercó a la orilla; metió su pequeña mano en la suave corriente y sintió una agradable frescura.
De súbito, un fuerte golpe en su costado la levantó del suelo y la lanzó lejos de la orilla; a pesar del aturdimiento, en el aire giró y cayó de pie, se dejó rodar amortiguando el impacto; miró hacia el río, un enorme caimán había emergido del agua en el mismo sitio donde ella introdujo su mano; frente a la enorme boca abierta, estaba su maestro Garras Prometeo. Garras gritó, sin quitar la mirada sobre los afilados colmillos:
-¡Agua mansa, otra ilusión!
El caimán, sin cerrar las mandíbulas, retrocedió y se hundió entre turbios remolinos.
La noche cubrió la sabana, Luz y su maestro Garras Prometeo descansan en la horqueta de un árbol. Aunque Luz prefiere los refugios subterráneos, también sabe arreglárselas sobre las altas copas. Garras habló, por primera vez desde el encuentro con el caimán:
-Luz, te he vigilado, discúlpame, era desconfianza.
-No Maestro, soy yo quien pide perdón por olvidar tus enseñanzas y las de mis abuelos, tu desconfianza fue acertada. Me has salvado la vida. Me prometo no olvidar lo aprendido con esta experiencia.
Mucho rato después, Luz habló de nuevo:
-Maestro Garras, no sentí tu presencia estos días; creí estar sola en la sabana. No estoy lista.
Con un susurro el maestro contestó:
-Desde el mediodía lo estás.
Garras bajó aún más la voz y dijo:
–Luz, mira al otro lado del río.

Capítulo 25: Maestra
Un venado salió de la maleza. A la luz de la luna, nervioso miró a todos lados, olfateó el aire y sediento se acercó al río; pasó por encima de un gran tronco seco y continuó hacia el agua. Apenas había franqueado el obstáculo, éste se convirtió en un largo caimán; de un coletazo lanzó el venado hacia la orilla; medio muerto, el animal se arrastró en dirección a la maleza; el caimán giró sobre su panza y se dispuso a alcanzarlo.
Cuando las grandes mandíbulas casi se cerraban sobre los cuartos traseros del moribundo, de la maleza emergió una sombra, rápida como una saeta. Un jaguar, casi tan grande como el reptil, atrapó el cuello del venado y lo arrastró. El caimán quedó con la boca abierta.
La escena ocurrió en el tiempo de dos latidos del corazón de Luz. Cuando ella recuperó la voz, dijo, susurrando cerca de la cara de Garras:
-¿Cómo sabías Maestro? No podías haber visto al monstruo del agua y creo que tampoco al de la selva.
-Vi al joven venado; su actitud de víctima me anticipó la tragedia.
No hablaron más esa noche.
Pasaron el día siguiente, desde la copa del árbol, observando las orillas del río. Cazadores y presas luchaban por la vida. En la noche, Garras Prometeo habló:
-La experiencia ajena es un libro abierto.
Fuera de su costumbre, pronunció más palabras:
-Dime, querida alumna, viendo tantas desdichas, tantos tristes finales de seres bien preparados para evitarlos ¿has aprendido algo?
Garras se acomodó, dispuesto a oír una larga disertación, como era la costumbre de Luz. Ella, con la mirada perdida sobre los lejanos maizales al otro lado del río, dijo:
-Fallaron porque no oyeron.
Luz no habló más. Garras Prometeo se enderezó de su cómoda posición, sus ojos se entrecerraron por la sorpresa; esperó largo rato y por fin habló; al mismo tiempo paseó la mirada sobre el paisaje.
-Por favor, sé mi maestra por este momento.
También ella barrió el horizonte con la mirada, suspiró y dijo:
-Fallaron porque no oyeron. No oyeron las enseñanzas. No oyeron sobre las experiencias ajenas. No oyeron los avisos contenidos en las coincidencias de muchos eventos a su alrededor. No oyeron sus propias quejas internas. No oyeron esa suave voz, saliendo desde adentro, sugiriendo una y otra vez el mejor camino para evitar el dolor.
Garras Prometeo sintió ensancharse su corazón y pensó:
-Está lista para la gran misión.
Luz susurró:
-Maestro, un gran peligro se acerca.
Moviéndose rápido y en silencio, Luz se ocultó en la densa copa del árbol.

21 y 22.- LUZ

A veces debemos reafirmar nuestra opinión frente a otros. Esta joven no es Luz; espera a conocerla, será interesante tu propia reacción.



Capítulo 21: No pasaron
A pocos metros de distancia de la casa, el extenuado jinete vio regueros de sangre sobre el empedrado. La entrada del cuartel estaba cerrada. Helio recuerda haber saltado del caballo antes de detener la carrera; abrió la puerta y corrió machete en mano por el largo y ancho zaguán, hacia el gran patio. Vio entonces el cuerpo inerte de su alumno, envainó y se abalanzó hacia él.
- ¡Garras!
El moribundo debió regresar; se sintió transportado, y por su boca entró agua fresca. Oía la voz de su maestro.
-No puedes abandonar, tienes deberes que cumplir; tu misión no ha terminado; Garras, no puedes irte a disfrutar de la gloria; nadie puede morir antes de tiempo. Si tu misión no está cumplida, sobrevivirás cualquier cosa. Despierta Garras, te esperan.
Garras Prometeo abrió los ojos, reconoció la borrosa cara y dijo con voz muy ronca y baja:
-No pasaron.
Su Maestro asintió. Le dio otro poco de agua y en voz alta dijo:
-No pasaron. Nunca pasarán. Nunca destruirán el conocimiento.
La recuperación de Garras Prometeo fue lenta; tiempo después, estaba entrenando en el patio central.
Grandes cambios ocurrieron en el joven, recordó el viejo.

Capítulo 22: Los siete guerreros
Helio recordaba el posterior comportamiento de Garras Prometeo: un día inició una inesperada rutina, con paso firme traspasó el dintel de la casa; noche tras noche patrullaba los alrededores, ampliando cada vez más su radio de acción; trepaba a los altos árboles y mirando a lo lejos, se transportaba más allá del horizonte, al otro lado del imponente río, hacia el oriente, hacia el punto de donde vendría la luz del sol.
Garras Prometeo decía:
-Hay algo en ese lejano maizal, hay algo.
Una noche cuando Garras regresaba, luego de una amplia ronda de vigilancia, un inesperado encuentro ocurrió; un grupo de mercenarios, guardianes de alguna lejana comarca lo avistaron. Eran siete, similares a él en talla y armamento; cinco puñales en cada extremidad, cuerpos ágiles como centellas; las cicatrices en sus cuerpos demostraban haber combatido muchas veces; Garras Prometeo presintió el ataque.
Se abrieron en abanico mostrando sus armas; de sus gargantas salieron sonidos de guerra; Garras soltó su cuerpo y enfocó su mente. En la oscuridad de la sabana, sus amarillos ojos miraban sin miedo; hizo asomar las puntas de sus armas, se quedó inmóvil, esperando.
Los siete estaban sorprendidos; ese joven no sentía miedo, podían olerlo; vislumbraron varias muertes antes de vencerlo.
La jefa del grupo habló:
-Mi nombre es Luna, no tiene sentido matarnos entre nosotros, tenemos un enemigo común; tus cicatrices fueron producidas por ellos, podemos reconocerlas; aceptamos como tu terreno toda el área marcada en tus rondas, podrás visitarnos en nuestro territorio y si lo permites, te visitaremos alguna vez.
Los seguidores de Luna, la guerrera, guardaron las armas y esperaron.
Después de una tensa pausa, Garras hizo oír su voz:
-Yo soy Garras Prometeo. Acepto. La próxima luna llena te visitaré. Vayan en paz.
El solitario siguió su camino, pasó por en medio del grupo con paso tranquilo.
Luna murmuró:
-Desconcertante, interesante.